La heterodoxia de las sillas


De un tiempo a esta parte me encuentro fascinada por las sillas y las posibilidades que éstas esconden más allá de su función asentadora. Me gustan las sillas-mesita de noche, las sillas-estante, las sillas-escalera e, incluso, las sillas-sillas. Estas últimas, las sillas del desinterés Kantiano, las sillas por sí mismas, me gustan a pares y son, quizás, las más bonitas de todas. Me gustan las mesas de veinte comensales acompañadas de veinte sillas diferentes, me gusta la heterogeneidad y la descoordinación cromática.

Desde que me mudé a Valencia, no he dejado de vagar por las calles al acecho de sillas fabulosas en busca de una segunda oportunidad. En Barcelona, el martes de los trastos era garantía segura de felicidad y descubrimiento. Aquí os muestro una de nuestras sillas, adoptada por David para mi entonces recién nacido tocador. Tiene las patitas torcidas, pero soporta mi peso la mar de bien.



En Barcelona se tira para renovar, en Valencia sólo se desecha lo decrépito. Ventajas y desventajas del crecimiento irregular de la burguesía en el siglo XIX -algunos dicen que han visto divanes modernistas por la zona alta, yo no he sido tan afortunada-. Lo cierto es que los contenedores valencianos ya no son lo que eran. Cuando éramos jovenzuelos, y no teníamos casa propia, llorábamos encuentros fortuitos con sillones esplendorosos de los que ya no se encuentran por las calles. La crisis ha llegado hasta aquí, y nosotros, los rastreadores de tesoros basureros, nos tenemos que resignar.

El sábado, con lluvia y todo, encontré esta silla que me pareció preciosa, y, arrebatada por el hallazgo, ordené a David que la cogiera y la subiera a casa -yo iba muy guapa y no me quería manchar, juju...-.



Reconozco que contradije mi más sagrada norma basuril: nada de tejidos, y mucho menos mojados. Me horroriza limpiar tapizados y demás telas dependientes porque sé que la desinfección total es una utopía. Y me da grimilla. La de bolsos del rastro que me he cargado por querer limpiar demasiado. Pero esta silla me sonrió y pensé que ya era hora de embarcarme en el fabuloso -y aún desconocido para mí- mundo del retapizado. Me encantan los Before and After de Design Sponge. Un nuevo proyecto para la mujer dispersa!!

1 comentario:

  1. OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH!
    qué ilusión!!!

    nos mudamos en un par de meses y ya estoy intentando buscar sillas bonitas para la otra casa, donde tendré una mesa muy grande y muy larga para trabajar y cenar con los amigos.

    :)

    y ya, las tapicerías dan mucha grima. ecs. pero estoy segura de que con otra tela encima y un montón de desinfecter será una maravilla.

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